domingo, 30 de mayo de 2010

Sensaciones de Ricardo (27-05-2010)

Yo entiendo como sensaciones aquellas percepciones que no podemos describir como sentimientos, que no es posible apreciarlas por los sentidos y que sin embargo para uno son reales, como por ejemplo: el miedo, el orgullo, el cariño, el respeto…..quien no ha sentido nunca cariño, pero…. ¿Como diríamos que lo hemos percibido?

Todas estas y algunas sensaciones más las he vivido el Fin de Semana del 21 al 23 de Mayo en Cantabria:

- Miedo: a defraudar a todos los que me han apoyado en esta “loca aventura” de participar en “Los 10000 del Soplao”, familia, amigos, conocidos……y sobre todo a Javi, mi compañero de aventura y al G.A (Grupo de Apoyo: Ana, Celeste, Pini, Tere, Carlos y Arantza). A todos ellos muchas gracias por el apoyo, los consejos y los ánimos.
- Cariño: El que he sentido de toda esa gente que me conoce y de toda la gente que se encontraba junto a las cunetas durante toda la prueba, para los que nunca faltaba el momento de animar a todos los participantes, desde el primero hasta el último con frases que se te marcan en el corazón con letras de fuego “Venga ánimo, venga campeones, vosotros podéis……” estas palabras para mi que he empezado a andar en bici hace unos 7 meses hacen que te sientas un Miguel Indurain cualquiera y cuando vas justito de fuerzas te animan a continuar. Estas personas son las que hacen que todo el que prueba “El espíritu del Soplao”….tenga ganas de repetir. Gracias de todo corazón a todos.
-Orgullo: de haber participado en esta prueba, que para cada uno tiene un significado diferente, de haber conocido toda esa zona por la que discurre y sobre todo a sus gentes.



La verdad es que mi intención no es extenderme mucho pero si que quiero hablar un poco de esas sensaciones, como he vivido yo el “Espíritu del Soplao” y cómo no, de la prueba en si misma.

Para empezar ya antes de llegar a Cabezón de la Sal, yo, como supongo que la mayoría de los que participamos en este “sarao” por primera vez, nos hemos leído todas las crónicas, anécdotas y sucedidos de las ediciones anteriores, por lo que…”un poco” sabemos lo que nos vamos a encontrar, lo cual no significa que al encontrarlo no te sorprenda y se te haga un nudo en el estómago.

El día 21, al montar la bici en el coche y poner rumbo a Cabezón, una sensación de angustia se empezó a apoderar de mí. Los entrenamientos, las revisión de la bici, el material…..todo había sido pensado y preparado para enfrentarse al ”Infierno Cántabro”. Muchas horas de bici, cansancio, horas robadas a la familia para salir a andar en bici y …..porque no decirlo….dolor de culo de las horas montado sobre la bici.

Habíamos metido en el equipaje: aperos como para hacer el Tour, ropa de verano, de invierno, de abrigo, comida, hidratación… y con todo ello había que hacer una selección de “qué me pongo” y “qué llevo” para que no me falte de nada y no cargar con excesivo peso.

A la salida de la Autovía que indica Cabezón de la Sal….ufff, parece que el estómago se hace mas pequeño y comienza a dar unas vueltas por su cuenta dentro del cuerpo, y ya cuando llegas a la primera rotonda y ves una bicicleta adornándola, adornos que se repiten por todo el pueblo: en rotondas, casas particulares, locales abiertos al público y demás, parece que el estómago ha encontrado la salida y se dirige raudo hacia la boca con una sensación de angustia, que hace que no hable para evitar que me salga un sollozo de lo tontorrón que me puse. Y es que como dicen en Rambo: “He visto cosas que harían vomitar a una cabra”……pero que los habitantes de esos pueblos se vuelquen tanto con uno…… hacen que me ponga mas tierno que Winnie de Pooh.


Pasado el primer “sorpresón”, recobro la compostura y llegamos a dejar los bártulos a la casa que teníamos alquilada para el “fin de semana ciclista”, en el precioso pueblo de Ucieda y nos dirigimos a Cabezón a por los dorsales.

Allí nueva sorpresa, en torno a la carpa que han montado para el evento se escucha música y mucho ambiente y comienzo a ver un poco el por qué tiene esa fama la mítica organización del evento. Absolutamente todo está pensado y preparado, chicos y chicas atienden a todo el mundo con amabilidad y cariño, nada esta dejado al azar y todas las contingencias están previstas.

En ese momento el Speaker del momento comienza a decir la previsión del tiempo para el día 22, y las recomendaciones del centro de salud: mucho calor, uso de cremas solares y gorra para los ultra maratonianos, hidratación a diestro y siniestro… y que Dios reparta suerte.


Con los dorsales en nuestro poder nos dirigimos nuevamente a Ucieda, donde nos espera la cena, preparada por el G.A.: Ensalada de pasta hecha expresamente para los dos ciclistas aparte de otras y ricas viandas que no desaprovechamos.

Tras esto, elección, revisión y preparación de material, colocación de dorsales y descanso. Para ello selecciono un culotte corto, camiseta interior corta, maillot corto y manguitos para la primera hora del día en la que se supone hará fresquito (me daré crema de calentamiento en las piernas para ir de corto y evitar el frío matutino)

Nos despertamos ambientados, a los sones de Highway to Hell (cortesía del móvil de Carlos), sempiterna banda sonora de la salida de “Los 10000 del Soplao”, momento en el que me entero de que la prueba hasta el alto de Palombera yo la he realizado por la noche, me ha escuchado pedalear en la cama todo el campamento, yo que no soy de moverme en la cama esa noche me la he pasado pedaleando…..vaya,…….. ¿a ver si no estoy tan tranquilo como pensaba?.

Desayuno proporcionado por el G.A. y tras cargar las bicis en el coche y vestirnos de faena… a Cabezón. Las emociones están a flor de piel, recuerdo en esos momentos los entrenamientos, algunos de ellos duros, otros divertidos y muchos de ellos con Javi a mi lado.

Sin mucho tiempo para pensar aparcamos y tras la foto de rigor nos dirigimos con el tiempo justo a la salida, donde ya hay en esos momentos “un par de personas”… Nos tuvimos que buscar un sitio a unos 300 metros de la salida y gracias a unos chicos que se apretaron un poco mas y nos dejaron un huequito.

A las 08:00 horas, con puntualidad Inglesa, o Cantabra en este caso, se escuchó en la lejanía la traca que indica que comienza el infierno, ya que la música ni llegaba hasta allí , y nueve minutos mas tarde pasamos por la pancarta de salida como muestra de la cantidad de gente que estábamos preparados para sufrir y disfrutar de esta aventura.

Al pasar por la zona de meta nos percatamos de la presencia del G.A., los cuales tal y como nos confesaron mas tarde pensaban que habíamos pasado ya y eso que estaban en una posición de comentarista aventajado, ¿verdad Pini?. Les saludamos aún muy descansados -habíamos hecho unos 400 metros- y continuamos ruta a las afueras de Cabezón con ánimos constantes del numeroso público que había ya por el recorrido, Y ERAN LAS 08:00 HORAS DEL SABADO.

Salimos poco a poco ya que como he dicho estábamos los suficientes como para en un golpe tonto caernos al suelo y “liarla parda”, como dice mi sobrino Ibai. Poco a poco la serpiente multicolor, nunca mejor dicho, comienza a estirarse, porque supongo que a estas alturas los primeros estarán ya por La Cocina.

Tras circular a una velocidad de 18-20 kilómetros por hora por unas pistas preciosas entre árboles, Monte Corona, llegamos a Caviedes, donde nos encontramos con el primer avituallamiento y primera sorpresa: todo, absolutamente todo lo que se ha dicho de la organización y de los voluntarios que apoyan la prueba, es mentira, no se merecen el 10 que les otorgan, porque no hay nota que se les pueda dar, están muy por encima del 10, todos ellos son el “Alma Mater” de esta bonita locura. Siempre tienen una sonrisa, una palabra de ánimo y unas ganas de ayudar que no puede quedar reflejada con “solo” con un 10 se merecen una “MATRICULA CUM LAUDEM”, pero de ellos os hablaré posteriormente otro poco.

Desde allí nos dirigimos al El Soplao, comenzando con La Cocina (rebautizada según parte del G.A. como “La Cuchara”) con sus fuertes rampas, la montonera de ciclistas que se formó y sus suelos descarnados. Todo ello nos hizo echar pie a tierra por primera vez de la bici, siendo luego complicado cabalgar de nuevo hasta un poco más arriba. Desde ahí hasta las cuevas del El Soplao, que al día siguiente conoceríamos en su interior. En estas primeras rampas sufrí los primeros calambres en mi muslo derecho, pero apreté los dientes y continué con la aventura.

En los estacionamientos de las cuevas se encontraba el segundo avituallamiento en el que cogí fuerzas para el descenso, procurando hidratarme bien, estirar un poco las piernas y comer un plátano para paliar los calambres, el descenso fue rápido y bonito, salvo por la perdida de la llave multi-herramienta y alguno de los geles que había preparado para la prueba, como me di cuenta posteriormente.

Desde allí a disfrutar de la subidita a Monte Aa, con sus agradables cuestas de hasta el 20 % más IVA.

A estas horas se empieza a sentir el calorcito ya en serio, durante el día se llegó a temperaturas de 37º C y un sol de justicia, con lo que el aceite de calentamiento que me di en las piernas a primera hora de la mañana ahora se me antoja que me está friendo poco a poco las piernas como si fuese un pollo asado, ummmmmm que rico, a estas alturas ya odiaba el líquido isotónico y las cosas dulces y soñaba con algo como un sencillo pollo asado o un bocata de chorizo. Quizá fuese una idea para nuevas ediciones en lugar de bebidas isotónicas….vinazo, jijijiji… no será tan equilibrado de electrolitos, pero hará que subamos mucho mas contentos, jijii...

Tras descender llegamos al siguiente avituallamiento, Área Recreativa casa de Monte, una zona preciosa, como casi todos los rincones de estos parajes donde te puedes pasar días enteros viendo paisajes y zonas naturales maravillosas que no tienen nada que envidiar a los bosques de Canadá.

En este avituallamiento nos recibieron con música de gaitas y tambores que hicieron que nos animásemos para lo que nos esperaba. Tocaba hidratarme y comer un bocadillo de chorizo, ufffff que rico, aunque no lo disfruté porque no me apetecía comer nada (prácticamente desde el principio había tenido nauseas y no me entraba bien la comida). Me forcé a comer para evitar al Tío del Mazo y los calambres; comer muchas veces y a ser posible “comida de verdad” y en poca cantidad como me dijo Ion Pena de Maestre.

En el avituallamiento, nuevamente la gente estupenda, chicos y chicas ofreciendo bebidas entre nosotros, ayudando a algunos mas justitos de fuerzas a abrir las botellas y a rellenar los bidones y las mochilas, colocando bocadillos….. en un trajín que cansaba sólo de verles.

En una de éstas una de las chicas que estaba colocando una caja de botellas de agua con la que casi no podía vió que en el lugar en el que la iba a dejar lo habían ocupado con botellas y latas vacías. Qué hice yo? Lo normal, lo que haría cualquiera por estas personas: ayudarla con mil amores, y mas como se estaban portando con todos nosotros, y encima la chica va y me dice “muchas gracias”. Muchas gracias a vosotros por todo lo que estáis haciendo.

Después de repostar y estirar nuevamente mi muslo derecho subí de nuevo a la burra y me dirigí a Ruente, donde al otro lado de La Fuentona se encontraba el G.A. presto a darnos ánimos, ahora vuelvo a hablar de sensaciones, la de ver a Ana, mis primos, mi tía y amigos hizo que mi corazoncito se pusiese nuevamente tierno, y casi con lágrimas en los ojos al verlos, apreté los dientes al saludarles y dándoles con la mano al cruzar el puente me dirigí a la siguiente dificultad, El Moral, pero Ruente aún me guardaba una sorpresa, a unos 150 metros de donde se encontraba el G.A. pude leer en el suelo una pintada en la que nos daban ánimos a Javi y a mi, así que tuve que aguantar las ganas de dar la vuelta a darles un merecido y fuerte abrazo y continué camino.

El Moral es la piedra de toque para la fortaleza mental y física de muchos de nosotros, el cansancio se va acumulando en las piernas, el calor es casi insoportable, las rampas son más que asequibles pero son eternas y cuando crees que ya falta poco para coronar….un nuevo giro y ves que aún falta un buen trecho, situación que se repite en numerosas ocasiones.

Era tanto el calor que cuando nos acercábamos a la sombra de algún árbol aún haciendo más recorrido pasábamos por la sombra, el sol quemaba como si en ello le fuese la vida, como diciendo “no decíais que este año no queríais mal tiempo….pues tomar calorcito”. Si ya durante el resto del recorrido veíamos abandonar a muchos, por caídas o por cansancio, aquí fue el no va mas.

Cuando estaba alcanzando las últimas rampas de la ascensión vimos a uno de los vehículos de la organización que anunciaba la cabeza de la carrera para que dejásemos paso, pero lo que no vimos fue a los corredores… A no ser que los aviones que pasaron volando bajo con maillot fuesen ciclistas… Ah, entonces si… Qué forma de bajar, en serio se ponen los pelos en punta solo de pensarlo, a 20 cm del barranco y bajando a 60, 70, 80…..yo que sé, impresionante.

Al poco pasó Joseba León, al que dí un grito de ánimo, que no sé si escucharía de la velocidad que llevaba.

En esos momentos casi había decidido que mi aventura terminaba en Bárcena Mayor, donde me esperaba el G.A, salvo que tras la bajada me molestase menos el muslo.

A la llegada al avituallamiento que había justo antes de bajar El Moral pregunte si tenían agua o algún líquido, y resultó que no, pero el hombre me lo dijo con una cara casi de pena por no poder darnos nada, diciéndome que más abajo había una fuente y que al bajar del todo El Moral había otro avituallamiento y allí tendría líquidos, que lo sentía mucho y que estaban esperando que les trajesen más así que se lo agradezco exactamente igual que si me hubiese dado la bebida mas reconstituyente del mundo.

Tras descender rápidamente y dando pedales para no perder ni ritmo ni que las piernas se acomoden a bajar sin moverse comienzo a bajar con la esperanza de que el descenso prolongado sin hacer fuerza con las piernas hagan que mi muslo se recupere un poco, la verdad es que disfruté todo el descenso, rápido, concentrado y con esa esperanza de poder continuar hacia Cruz de Fuentes.

A la bajada me encuentro con el avituallamiento y tras tomar algo de líquido paso a la carretera que se dirige a Bárcena Mayor, precioso pueblo y estupendo enclave para pasar un buen día dando un paseo con la familia, altamente recomendable.

Ya una vez en la carretera y con el calor abrasador noto que no voy bien, es una carretera prácticamente llana y aún así me molesta lo suficiente como para darme cuenta que subir Cruz de Fuentes y El Moral otra vez sería un suicidio y yo como los demás “he venido a sufrir, pero no a morir”.



Con esa idea en la mente llegué ya más relajado a Bárcena Mayor donde estaba el G.A. y casi se me saltan las lágrimas (lo negaré de todas maneras si alguien me lo pregunta) cuando al llegar les veo a todos dándome ánimos, apoyo y cariño como cuando salimos de Cabezón; en esos momentos yo me sentía el ciclista de élite más laureado, más aclamado, con mejor palmarés y mejor pagado “del mundo mundial”

La sonrisa de Ana cuando dije que se acabó, que continuaba con problemas y que no podía seguir… Lo dijo todo: estaba preocupada porque pasaba el tiempo y no me veía llegar y el tenerme a su lado “controladito” para que no me pasase nada, la diò tal tranquilidad que, aunque sé positivamente que sintió por mi el no poder terminar, se alegró muy segura ya de que no me pasaría nada.
Desde allí montamos en los coches y nos fuimos a Cabezón, teníamos que hacer el recibimiento que se merecía a Javi, que incluso con ese calor mejoró el tiempo del año anterior, recibiéndole con las fotos de rigor y los ánimos que haber terminado merecen.

Tengo que decir que he disfrutando todas y cada una de las pedaladas que he dado tanto en los entrenamientos que han sido largos y duros, algunos de ellos más duros de lo que he podido hacer en Los Diez Mil del Soplao que eran la guinda de este pastel.

Sin duda lo más bonito de El Soplao son: las horas que pasas entrenando (sólo o en compañía), la Organización, el público y sobre todo el G.A.

Un capitulo aparte merecería Javi, sin el cual no hubiera podido siquiera ni plantearme esta “locura”, con el que he descubierto la bicicleta, con el que he tenido largas y divertidas conversaciones durante los entrenamientos (algunos de más de 10 horas que dan para mucho…), en fin, lo dicho, genio y figura.

Gracias también a Ana sin cuya comprensión para pasar tanto tiempo entrenando no hubiera sido posible siquiera intentarlo, aunque me consta que al final estaba casi más deseosa de que terminase esta historia que yo, y a la que tengo que agradecerle de antemano el permiso para intentarlo en 2011 (… a ver si cuela... )

Mi resumen, mi consejo hacia mí mismo y hacia cualquiera:

Lo importante es tener sueños, ilusiones y disfrutar con ellos. En la vida lo importante no es hasta dónde consigues llegar, sino el trayecto que recorres, la gente que conoces y los lugares que descubres, y lo que haces durante el camino.

miércoles, 26 de mayo de 2010

DIEZ MIL DEL SOPLAO 2010

Recién terminada la edición 2010 os dejo enlazados a la derecha bajo el título DIEZ MIL DEL SOPLAO 2010 nuestros artículos y fotos sobre los preparativos y el desarrollo de la misma. Además os acompaño a continuación algunos vídeos cortesía de Pini como jefe de prensa del Grupo de Apoyo más genuino que se ha visto por esos parajes. Fiajos en el último video, porque Carlos igual se anima a participar el año que viene...

Un saludo y... a comentar!!

Javi



Salida Cabezón de la Sal (8,00 a.m.)


Paso por Ruente (km 60)

Bárcena Mayor (km 95)


Llegada Cabezón (km 168)

Nuevo participante 2011?