miércoles, 16 de diciembre de 2020

Nuevo porrazo sobre asfalto

Tras mes y pico de confinamiento municipal, y con mucha lluvia toda esta semana, el domingo salgo con David en BTT pero sin intención de meternos en los barrizales que me consta son las pistas y senderos de los montes de los alrededores. Subimos Artebakarra y en Zabalondo entramos hacia la Bilbaína y por carreteras locales por las que no había circulado antes, desembocamos en la BI-3102 de Mungia hacia Gámiz, desviándonos en Fila para Soietxe. Visitamos brevemente a Chelo y Antonio en su caserio en Fruniz. Para no regresar por el mismo sitio, me meto en el mismo cruce de Fruniz hacia los barrios de Botiola, Andeko... Porque me suena que pueden conectar con Gámiz y entonces subiríamos a Urrusti y tras recorrer el cordal de Gaztelumendi bajar por Geldos o Daño hacia Derio.

Finalmente no encuentro el camino entre el entramado de cruces entre caseríos, huertos y pinares, pero me empieza a sonar conocido. Esta ruta la he hecho con los Alayo una tarde de verano y sé que desemboca entre Andra Mari y Aretxabalgane. Por otra parte apenas hay coches y salvo un par de ciclistas, vamos solos por un entorno rural muy bonito. Tras una curva a izquierda en suave descenso en una zona umbría y muy húmeda nos encontramos un pequeño cauce de agua que atraviesa el descarnado asfalto. A la derecha una cascada muy saturada rebosa hacia la carretera. Sin más preocupación elijo pasarlo por la parte izquierda de la calzada donde parece acumular menos agua. Justo al atravesarlo siento que la rueda delantera pierde la trazada y se tuerce haciendo que todo el resto de la bici -conmigo encima- se incline y caiga arrastrándome hasta que quedo parado unos metros más adelante. David ha pasado algo más hacia el medio y no ha tenido problema alguno. Se ve que en el costado que he elegido había una acumulación de ese limo-cieno-babilla donde resbalan hasta las miradas y me lo he comido con patatas...

Según indican las aplicaciones Garmin o Strava, la velocidad anterior al momento de deceleración es de 30 km/h. No he podido determinar los metros que he tardado en frenar hasta detenerme por completo. Pero las rozaduras y contusiones dan idea de lo dura que ha sido la fricción del arrastre. Curiosamente, ni maillot ni culotte se han llegado a romper. La cadera apenas sangra cuando llegamos a casa, pero en cambio el codo ha dejado un importante manchón rojo en el maillot que veremos si recupera la blancura.

Además en el exterior del tobillo y justo por encima tengo también una herida de la que cuelga un pequeño jirón de piel. No llego a entender cómo se ha podido rozar esa parte sin que el prominente tobillo o la misma rodilla hayan resultado intactos. 

Esta semana toca dique seco para casi todo. Tras las primeras horas y curas ha comenzado el dolor así que, opto por la medicina tradicional: cama todo lo que puedo. Aunque en la misma posición, porque colocarme del costado izquierdo es impensable. Paciencia, y sobre todo gracias a mi enfermera particular, que siempre me cuida y me atiende aguantando las ganas de mandarme al carajo por meterme esos tortazos... Gracias también a mi amigo Angel Cuesta, cuyos sabios consejos y ofrecimiento de cura (los milagrosos apósitos Aquacell Ag+ ) me han dado una buena dosis de calma en medio de la tormenta.

Dejo algunas fotos de los primeros momentos y de los dos primeros días. Hasta cuándo la siguiente? Buff, espero que no se produzca.....