En un mañana fría (7 grados es para calificarla así, verdad?) nos reunimos en Zarza de Granadilla Jesús, Juanjo, José, Teo y yo. Ibamos a hacer la vuelta que pretendimos José y yo el pasado 27 de marzo y que, debido a obras imprevistas, acabó con un rodeo más que importante (ver entrada) y con José bastante cabreado con la Diputación de Salamanca (y conmigo, jaja...)
Asegurado ya que la carretera está operativa desde hace meses ya solo queda recorrer las tierras de Granadilla pasando sobre el puente del embalse de Gabriel y Galán que recoge las aguas del Alagón, arteria milagrosa que riega las fértiles tierras de esta zona hasta los regadíos de Coria antaño vastas plantaciones de tabaco reconvertidas hoy en maíz y todo tipo de hortalizas y cultivos diversos. Atravesamos el pueblo de Mohedas y subimos hasta el alto mientras rodeamos el embalse por el norte. Arriba divisamos impresionantes barrancos que descienden a La Pesga donde el río de los Angeles -afluente del Alagón por la derecha- pide lluvia desesperadamente. Nueva subida para superar otro majestuoso barranco que nos conecta con la carretera EX-204 que viene desde Coria y nos acompañará hasta el límite con Salamanca en Riomalo de Abajo. Primeramente atravesamos Vegas de Coria y entramos en Las Hurdes, tierra mágica que nadie debiera ignorar en sus viajes por este rincón de la Península. Poco más abajo nos desviamos a las Mestas para tomar café en casa del tío Cirilo, descubridor del mítico "ciripolen" precursor de la actual pastilla azul y que tanta repercusión mediática tuvo en los años 90. El viaje anterior José se negó porque son 3 km los que nos desviamos y -según su criterio- "fúúúú.... 6 km más, muchachoooo!!!"
Jesús preguntó por el meandro Melero y le dije la verdad: subida larga y de cemento. Prefirió dejarlo para otro día (aunque ni le dije ni sabía que de haberlo planteado la vox populi le hubiera mandado a freír espárragos, jajaja...)
Subida suave a Sotoserrano ya en la provincia charra, y bajada al río Alagón nuevamente. Ahí la cosa se pone seria porque hasta Lagunilla hay casi 15 km de subida sin grandes desniveles y alternando suaves planos y algún ligero descenso, pero la temperatura ya es elevada y se nota que ellos no han comido 3 dulces como yo, y claro, las fuerzas se resienten, jajaja...
En medio del desierto ascendente atravesamos Valdelageve un pueblo casi desierto en medio de la nada a caballo entre barrancos y cimas graníticas. Y finalmente alcanzamos Lagunilla donde el descenso es rotundo, empinado y de curvas reviradas donde mirar el paisaje es un lujo prohibido...
Una jornada muy divertida, deportiva y turística que hace afición. 105 km y algo más de 1.600 m de ascensión acumulados. Al alcance de casi cualquiera... No dejéis de intentarlo!!
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