Desastre. Esa es la palabra. Vale que hacía frío. Vale también que lloviznaba a ratos. Vale toda excusa que se haya puesto el que no ha asistido. Pero 100 personas nada más me parece un rotundo desastre. Y no de la organización, que poco hay que organizar. Desastre, desinterés, apatía de todos los que andamos en bicicleta y se supone nos preocupa nuestra seguridad en las carreteras. Luego nos llevamos las manos a la cabeza y protestamos en corrillos. No vale señores, no vale. Hay que dejarse ver -como mínimo- en eventos que puedan tener una repercusión mediática de la que sacar partido en nuestro propio y vital beneficio.
En fin. Los que sí nos hemos animado hemos paseado un poco por las orillas de la ría. Y éso a pesar del tiempo que no ha mejorado contra el pronóstico. He saludado a Pedro Maestre y la verdad, no he visto a ningún otro conocido.
Menos mal que me han acompañado Nuria y Rober que han traído a Lander y Unai con los ruedines (Eneko se ha quedado con la abuela) y los cinco nos hemos recorrido 7 km como campeones. Ved, ved qué caras de felicidad y triunfo muestran en las fotos. No es para menos. Y, quién sabe, quizá sean la esperanza del ciclismo en este país de insolidarios y conformistas.
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