La mayor nevada de los últimos 30 años y se nos ocurre subir... en bici. O ésa era la intención. Ya ayer Alex me advirtió que él la víspera habia ido con los esquíes y había bajado casi hasta la barrera!!. De hecho y haciéndole caso, ayer hice carretera. Pero hoy me ha llamado Rafi (juro que le he entendido que venía Txemi...) y no he podido menos que apuntarme.
Al final y en lugar de Txemi ha aparecido otro Javi, y los tres hemos subido por El Silencio. Aunque subir, subir hemos subido poco porque hemos tenido que echar pie a tierra justo tras la desviación hacia Arraitz. Hemos vuelto a montar en la última recta antes de la explanada, pero en varios puntos todavía descabalgamos por árboles caídos, montoneras de nieve y algún charco oculto donde casi me dejo los dientes...
La bajada -por la otra pista- ha sido un poco lamentable hasta la primera curva. Nos las prometíamos felices porque un todo terreno de servicio municipal equipado con cadenas nos ha animado a usar el surco que ha excavado en los tres días que le ha costado subir hasta aquí (y cuatro cadenas rotas). Pero hasta la primera curva cerrada no he conseguido mantener el equilibrio más de cinco o diez metros. La rodada era sobre nieve y resbalaba mucho, con lo que nos íbamos contra las paredes de la misma que nos escupía hacia dentro y vuelta a empezar. Finalmente hemos conseguido aguantar con ambos pies fuera y usándolos para equilibrar a toques. Rafi ha ido al suelo en la curva aunque caerse así da gusto porque al menos caes en blando...
A partir de aquí la rodera ya es más amplia y el piso más duro con lo que aumenta la seguridad, la confianza y la velocidad. Y también la salpicadura... La rodera enseguida se vuelve agua y nos empapa por completo la retaguardia. En fin, a pedalear en la zona de empalme hasta el comienzo de El Silencio y ya sin parar hasta Rekalde.
He echado de menos a Txemi y a Alex, espero que conicidamos pronto.
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